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Relato 12: El vecino

Buenas tíos!! 

Lo sé, os tengo abandonados... espero que me perdonéis con este nuevo relato y recuperéis el morbo que os provoca leerlos.

Saludos!!

Paquetes76

El vecino


        —A tu casa llego en 15 minutos —le dije a Diego, mientras me acababa de poner el cockring.

Diego, era un tipo que había conocido por Twitter hacía un montón, pero aún no habíamos podido quedar. En todo este tiempo habíamos estado cerdeando, enviándonos fotos bastante explícitas, actividad que había generado mucho morbo entre nosotros...

Hasta este día, en que las casualidades habían permitido que nos pudiéramos ver por primera vez. El aro en el rabo estaba haciendo sus efectos y marcaba un buen paquete en mis gayumbos Aussiebum. Me daba morbo ir marcando bulto en chándal por la calle, recorriendo el camino hasta la casa de Diego. Creo que alguno se fijó en él, por las miradas morbosas que recibí. Pero no podía entretenerme, tenía muchas ganas de follar con Diego.

        —Tus relatos me ponen muy cerdo, y quiero que me hagas lo mismo —me dijo una vez, después de confesarme que le gustaba y tenía ganas de mi polla.
        —Yo soy activo, ¡así que será un placer empotrarte! Si quieres follar (era versátil), tendremos que buscar a otro pasivo y hacer un trío.
        —No pasa nada, te esperaré a cuatro patas el día que quedemos. Podrás hacerme lo que quieras, cuando soy pasivo me entrego totalmente —comentó Diego.

        Recuerdo que esa conversación me puso muy cachondo, y me hice un pajote pensando en el día que nos pudiéramos ver. Y ahora ese día había llegado, marcando paquete por la calle y apresurando el paso para llegar a su casa y follármelo.

        —Cuando llegues, no llames al timbre. Avísame enviándome un mensaje y te abriré la puerta de la calle —me indicó.

Llegué, y justo al enviar el mensaje, sonó la apertura de la puerta. En el ascensor me percaté que mi entrepierna marcaba un buen bulto. Me la coloqué haciendo una mueca de satisfacción.
La puerta estaba entreabierta, así que entré cerrando con cuidado para no hacer mucho ruido. El piso era pequeño y pronto encontré la habitación donde me esperaba Diego. Había cumplido su palabra, me recibía a cuatro patas con unos jockstrap puestos, un arnés en el pecho y una máscara negra que le cubría casi toda la cabeza, dejando ver sólo la boca y sus ojos.

        —Uff, que cerdo me pone que me esperen así, mmmm… —le dije mientras le daba un par de cachetes a su culazo.
        —Soy tuyo, úsame como quieras —añadió.

        Me quité la camiseta y me descalcé, quedándome solo con los pantalones de chándal, cada vez más abultados. Mientras, le palpaba el ojete peludito que pronto empotraría. Sobándome el paquete, lo refregué contra su culo para que notara como iba. Lo cual hizo efecto en mi amante, que respondió con unos gemidos de excitación. 

        —¡Mira como me tienes cabrón! —le decía mientras apretaba mi bultaco contra su culo.
        —Mmmmm, cómeme el culo, quiero sentir tu lengua sobre mi ano —me ordenó.
        —No te impacientes… ya me encargaré de él más tarde. Antes tendrás que dedicarte a mi paquete —le dije, mientras me palpaba el rabo.

        Diego se incorporó y con las dos manos me sujetó el paquetón. Amorró su boca sobre él, y empezó a succionarlo. Me bajé los pantalones y puse delante de su cara mis gayumbos, que marcaban una buena erección.

        —¡Cómeme la polla con los gayumbos puestos! Me pone muy cerdo que lo hagáis, hasta dejarme el rabo bien duro, mmmm —le obligué.

Pronto mis slips estaban bien mojados con la saliva de Diego, pero él seguía succionando y comiendo mi bulto, consiguiendo ponerme bien duro. De tanto en tanto, apretaba su cabeza con las dos manos oprimiéndole contra mi entrepierna. Me bajó los gayumbos y mi polla, haciendo efecto muelle, impactó contra su cara.

        —No tengo un pollón descomunal, pero intentaré no hacerte daño en los dientes con el cockring cuando te folle la boca —le advertí. Mi rabo ronda los 17 cm, pero es verdad que tiene un buen calibre.
        —Me encanta tu polla, y tu capullo más —respondió, mientras con los labios me bajaba la piel del prepucio y empezaba a lamerlo y chuparlo.

    En este punto de la quedada, mi pene estaba totalmente duro, así que me entregué al arte mamatorio de mi amante, que lo estaba haciendo de maravilla. Lamía, chupaba, tragaba, sin dejar ninguna parte de la verga o de los huevos sin comer. Lo agarré por la cabeza y le follé la boca duramente, aunque la pausaba cuando notaba que se atragantaba. Cuando esto ocurría, se la sacaba y le daba pollazos en la cara, mientras él me miraba con ojos de deseo. Después se la volvía a clavar para que siguiera comiendo.

        —Que buen tragón estás hecho, mmmm, bufff, ¡mira como me tienes el rabako, cabrón!!—le solté mientras me miraba y seguía chupando. —Levántate, que te voy a comer la boca —añadí.

        Morrearme con un tío que me ha estado comiendo la polla es algo que me da mucho morbo, sentir en su lengua el sabor de mi rabo, el exceso de saliva por la mamada propiciada… mmmm, simplemente me transporta a un nuevo éxtasis.

        Diego estaba consiguiendo que aumentara la excitación. Con la polla apretando su vientre, le besé, lo morreé, agarrándolo por la nuca le metí la lengua hasta el fondo de la boca. Apretaba mis labios contra sus labios, le di ligeros mordiscos en los lóbulos de las orejas, le besé por la nuca y el cuello, le chupé los pezones pellizcándolos ligeramente con los dientes. Él me correspondía con más besos y morreos, juntando nuestras salivas.

        Después de un rato con las lenguas entrelazadas, agarré el rabo y lo balanceé, indicando que quería otra vez su boca succionándolo. Me encantaba perforarle la boca, clavándola duramente.

        —Uff tío, me va a estallar la polla… mmmm. Venga, ponte a 4 patas que te voy a comer el culo, ¡cabrón! —le ordené mientras lo empujaba a la cama.
        —Sí, cómetelo y dilátalo bien, que tu verga es gorda —dijo Diego.

        El culo de Diego es un poco peludo, pero no tanto para que molestara comerlo. Estaba limpio, se agradece comer un ojete sin olor a mierda, y eso me puso más cerdo. Le escupí un par de lapos y los refregué por su ano, dándole palmadas con los dedos. Me agaché y separando las nalgas con las manos, empotré mi cara en su culo y empecé a clavarle la lengua.

        —Mmmmm, sí, que bien lo comes… mmmmmm, déjalo bien mojado, ufffff… —gimió Diego mientras esnifaba un poco de popper.
        —Que culito más rico tienes y que rápido se dilata, mmmm —le dije, mientras seguía lamiendo su ano.

        Después de estar un buen rato comiendo su culito, me incorporé, le lancé dos lapos más y le di un par de hostias en las nalgas. Sujeté mi polla dura y se la restregué por su ojete, dándole pollazos en su culo.

        —¿Te gusta, eh zorrita? —le solté mientras le metía el capullo un poco.
        —Siiiii, me gusta sentir tu rabo. Fóllame cabrón… uffff, mmmm —bramó Diego.

        En este estado de excitación, seguir penetrándolo sin condón supondría un riesgo de preñada. Ese culo totalmente entregado, mi polla entrando y saliendo con facilidad, los bramidos de placer de Diego… ¡una combinación explosiva para llenarlo de lefa! Así que después de unas cuantas clavadas, saqué la polla y me puse un preservativo. Era la primera vez que quedábamos y aún no teníamos la suficiente confianza para preñar.

        Ahora, con la seguridad del condón, me entregué totalmente a la follada. Empujaba fuertemente mi rabo hasta que el cockring se pegaba a su culo. Le agarrababa por los hombros, por el arnés o le sujetaba el pecho con un brazo y lo levantaba.

        —¡Siiiiii, fóllame, que ganas te tenía!! ¡Mmmmmm, argggghhhh, bufff, soy todo tuyo!! —jadeaba Diego mientras seguía incándosela duramente.  
        —¿Te gusta, eh? Me encanta tu culo, ninguna resistencia a mi rabo —indiqué.

        Podría mentir y decir que la follada duró un buen rato y en varias posturas, pero sería faltar a la verdad. Con un estado de excitación como este, suelo descargar rápidamente. Así que, cuando noté que iba a correrme, empecé a gritar y gemir para que Diego lo supiera.

        —¡Voy a correeeeeeeeermeeeeee, mmmmmm, ufffff, arghh!! —le solté, mientras me abalanzaba sobre su espalda y se la clavaba hasta el fondo, dejando salir toda la leche.
        —¡Siiiii, así, descarga toda tu lefa!! Que rico, mmmmm, quédate dentro —gimió.  

        Ya con la polla liberada de la presión seminal, seguí follándole hasta liberar todo el semen, respirando fuertemente y dándole mordiscos en la espalda. Cuando noté que mi rabo iba en retroceso, me incorporé y sujetando el condón, se la saqué. Me di cuenta que el depósito estaba lleno de esperma.

        —Ya ves, necesitaba descargar. Hacía tiempo que no soltaba una lefada así —le indiqué, señalando el preservativo lleno.

        Diego se incorporó, se giró y empezó a comerme la polla que seguía morcillona, hasta dejarla bien limpia.

        —Espero que otro día pueda aguantar más sin correrme y me de tiempo a descargar en tu boca ¿te gustaría? —propuse y Diego aceptó con la mirada, lamiendo las últimas gotas de leche.   

Es de agradecer que tu amante te permita ducharte, y más después de un polvazo intenso como el que habíamos pegado. Salí de la ducha y Diego me estaba esperando con una toalla y con ganas de más morreos, que correspondí.

—Ha sido un placer tío, espero que esta sea la primera de otras quedadas —le dije.
        —¡Claro!! Siempre serás bien recibido, eres mi amo —me indicó Diego, otorgándome un título que sabría aprovechar. 

    
Continuará...

Comentarios

  1. Cuanto tiempo sin poder disfrutar de uno de tus calientes y húmedos relatos ! :-)
    Que bien tenerte de nuevo por aquí.

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    Respuestas
    1. Muchas gracias perro!!

      Aquí estaremos para satisfacer vuestros deseos de lecturas calientes...

      Saludos!!

      #paquetes76

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